Bajo el intento de pseudónimo de MalPáiz está la fuerza poética con la que José María de Páiz (Arrecife, 1972) ha impregnado multitud de canciones propias y para otros músicos de nuestra geografía.
Estamos ante su cuarto libro, los dos primeros fueron novelas para Baile del Sol, y el anterior un libro de entrevistas llamado Héroes del Rock Canario (Los 80 Pasan Factura, 2013) que pronto conocerá una reedición.
Con media decena de documentales sobre músicos de las islas, y con varios discos en la calle, tocaba el turno de refugiarse y recrearse en la palabra. No en la canción sino en la piedra bruta de la poesía como tal. De las vivencias, y de los escombros que produce la vida actual, es de donde surge el fértil malpaís del que brota su poesía.
82 páginas se reparten los 56 poemas que conforman este libro que el autor ha tenido a bien fragmentar en 3 bloques de un mismo todo. Ese posible respiro, esa necesaria oxigenación, lo encontramos al final. Pero para ello debemos transitar por luminosas historias nocturnas donde el asfalto y el rofe no compiten por ser más o menos urbanitas, donde el deseo y la muerte se acuestan cada noche y no necesariamente para dormir, y nos deleita al comprender como la vida es eso que transcurre mientras saboreamos el dolor con el que nos obsequia el amor.
Estamos ante su cuarto libro, los dos primeros fueron novelas para Baile del Sol, y el anterior un libro de entrevistas llamado Héroes del Rock Canario (Los 80 Pasan Factura, 2013) que pronto conocerá una reedición.
Con media decena de documentales sobre músicos de las islas, y con varios discos en la calle, tocaba el turno de refugiarse y recrearse en la palabra. No en la canción sino en la piedra bruta de la poesía como tal. De las vivencias, y de los escombros que produce la vida actual, es de donde surge el fértil malpaís del que brota su poesía.
82 páginas se reparten los 56 poemas que conforman este libro que el autor ha tenido a bien fragmentar en 3 bloques de un mismo todo. Ese posible respiro, esa necesaria oxigenación, lo encontramos al final. Pero para ello debemos transitar por luminosas historias nocturnas donde el asfalto y el rofe no compiten por ser más o menos urbanitas, donde el deseo y la muerte se acuestan cada noche y no necesariamente para dormir, y nos deleita al comprender como la vida es eso que transcurre mientras saboreamos el dolor con el que nos obsequia el amor.